Una de las piezas de mobiliario que más llama la atención en Mendiburu es la gran mesa del comedor. Se trata de una mesa hecha artesanalmente con madera de olmo y, del mismo material, están hechos los bancos que la flanquean y el soporte superior de la chimenea.
Esta mesa es un encargo de mi suegro a un vecino y artesano de su pueblo Arbizu y fue su regalo por nuestra boda. Martín tenía unos grandes troncos de madera de olmo y a cambio del sobrante de madera, se realizó este precioso trabajo.
Como ya teníamos la casa y aunque la planta baja era todavía un proyecto por realizar, encargó la mesa según las medidas que iba a tener el comedor. El resultado fue una preciosa pieza de tres metros de largo y más de un metro de ancho con sus bancos a juego. Los bancos están realizados con un cómodo respaldo y hacen mucho más llevaderas las largas sobremesas que tenemos en casa.
La madera de olmo es especialmente bonita, con unas vetas y nudos únicos y con la particularidad que es una clase de madera muy escasa por la grave epidemia que sufrieron estos árboles en el siglo XX y que destruyó gran parte de los ejemplares.
El trabajo artesanal y el estilo de la pieza es una réplica de las mesas que había en los caseríos y casas de pueblo del norte de Navarra, con motivos geométricos en unos robustos paneles que hacen de patas.
Como he comentado, tuvimos la mesa para poder juntarnos y celebrar con amigos y familiares antes de tener ni suelo ni paredes en el comedor pero, como os imagináis, eso no era impedimento para que Mendiburu fuera un lugar de reunión desde el primer momento en que se convirtió en nuestra casa.
Esta mesa ha sido fiel testigo de todas la obras, grandes y pequeñas, que hemos ido haciendo en la casa desde hace ya treinta años y me encanta saber que también es el lugar de reunión y encuentro de las personas que se alojan en ella.
Siempre he considerado esta mesa y sus bancos las piezas más valiosas de nuestra casa. Es indudable su valor material pero sobre todo tiene un gran valor simbólico y sentimental.
Su valor sentimental es por supuesto el recuerdo de mi suegro Martin. Un hombre por el que sentía un enorme cariño y que a pesar de su gran fortaleza física y serio semblante, escondía un gran corazón y un inquebrantable amor por su familia.
Su valor simbólico reside en que es el punto de encuentro de las personas que pasan por la casa y se unen a su alrededor por la gastronomía, la amistad y la familia.
En definitiva, no hay hogar sin una buena mesa.