El baño original

Los baños en las casas de pueblo son un lujo “reciente”. En los años 70, cuando mis padres compraron la casa de Leoz donde crecimos, no había baños en casi ninguna de las casas del pueblo. Recuerdo que mis padres fue lo primero que hicieron, un pequeño aseo para poder utilizar la casa los fines de semana y las vacaciones. Lo demás, poco a poco.

En Mendiburu, el baño que aparece en la foto de este mes, es el que llamamos el baño “original” y prácticamente está igual que cuando compramos la casa en los años 90. De hecho, está igual que cuando los antiguos propietarios compraron la casa a la familia originaria de la casa en el año 75.

Por el estilo de las cerámicas y azulejos, dudo mucho que ese baño se hiciera antes de principios de los 70. Se ve claramente en la fachada oeste de la casa que antes había una puerta de acceso directo a esa planta y se aprovechó ese espacio de entrada para hacer este baño.

Me encanta que eligieran unos azulejos y baldosas hidráulicas en tonos blancos y azules y la pequeña bañerita cuadrada es muy de la época. Los que ya tenemos unos años hemos tenido estas mismas bañeras en casa, a veces con un pequeño asiento en ellas.

Cuando vivíamos en Mendiburu, bañábamos a nuestros hijos en esta bañera e incluso la llegamos a esmaltar de nuevo para poder seguir utilizándola ya que estaba muy estropeada.

Hubo unos años, después de tener el baño de la plata baja y cuando hicimos el segundo baño de la primera planta que dejamos de utilizarlo.

Cuando proyectamos la casa rural, a finales de 2009, se hizo necesario tener todos los baños posibles y a este pequeño baño le hicimos un lavado de cara. En vez de pintarlo como los otros dos, me decidí a poner un sencillo papel pintado de flores azules dibujadas y unos complementos de la firma Kartell en metacrilato transparente.

El resultado me sigue gustando mucho y también a nuestros huéspedes y a los fotógrafos que han pasado por la casa, que siempre dedican alguna foto a este peculiar espacio.

Si además tenemos en cuenta que el papel del baño lo elegí con mi padre y fue el que lo colocó, razón de más para que le dedique un mes entero a esta habitación.

Mi bicicleta

“Las bicicletas son para el verano”. Este dicho popular está en nuestra memoria colectiva y son muchas las imágenes que nos vienen a la cabeza cuando leemos o escuchamos esta frase.

En la foto que ilustra el calendario en el mes de agosto, podéis ver una de mis antiguas bicicletas.
Como buena babyboomer de los 70, la bicicleta lo era todo para nosotros. En el pueblo donde pasaba los fines de semana, vacaciones y cualquier rato libre que teníamos, la bici era el elemento esencial de la chavalería. Este pueblo, Leoz, en el precioso valle de la Valdorba en Navarra hay unas cuestas tremendas y poco asfalto a parte de la carretera pero eso daba igual, aprendíamos a movernos por donde fuera con tal de estar encima de una bici.

Siendo la pequeña de tres hermanos, heredaba todo y las bicis no eran una excepción. Las dos primeras fueron dos GAC rojas de esta mítica marca Eibarresa, y todavía conservo una de ellas a la que tengo un cariño tremendo y que es casi una pieza de museo.
La que aparece en la foto es la primera bicicleta que me compraron mis padres para mi. Ya adolescente y durante el verano, cada tarde, bajaba y subía por la carretera una buena treintena de kilómetros quemando cuestas y haciendo piernas.

Hoy el mundo de la bicicleta es una maravilla. Hay máquinas para todos los gustos y disciplinas y la red ciclable en ciudades y entornos rurales se ha incrementado muchísimo.

Este año 2024 se ha terminado el último tramo de la Vía Verde del Plazaola que conecta el pueblo de Sarasa con Pamplona. Con la finalización de este trayecto, ya se puede realizar íntegramente la antigua ruta del tren El Plazaola, que conectaba en el siglo pasado Pamplona con Donosti. Se trata de una preciosa vía que atraviesa algunos de los valles y paisajes más espectaculares de Navarra y Guipúzcoa y que os recomiendo realizar.

En Mendiburu tenemos la suerte que este último tramo entre Sarasa y Pamplona transcurre a escasos 4km de nuestra casa y por lo tanto, nuestros huéspedes tienen un acceso muy fácil a la Vía Verde.

La cultura del ejercicio y la sostenibilidad se ha extendido también en el mundo de los viajes y el turismo y motivado por este aumento de la demanda de servicios e infraestructuras dedicadas al mundo de la bici, se ha creado un Club de producto de la bici en Navarra.
Impulsado por el Departamento de Turismo de Gobierno de Navarra, un grupo de empresas y profesionales del sector turístico hemos creado este año 2024 este Club de producto del que Mendiburu forma parte.
Información sobre rutas, servicios de alquiler, reparación y guías especializados además de un espacio específico para guardar las bicis, repararlas y limpiarlas si es preciso son algunas de las novedades que ofreceremos a los huéspedes que vengan a nuestra casa a disfrutar con los pedales.

Y es que, a pesar del dicho popular, las bicicletas se disfrutan todo el año.

El ventanal

Muchas de las personas que venís a Mendiburu no os imagináis que cuando compramos la casa, la entrada estaba en la fachada sur. De hecho, el gran portalón de arco de piedra de medio punto por el que se entra ahora a la casa, era el acceso para los animales que estaban en la planta baja. La puerta que había, sólo se podía abrir desde el interior.

Como podéis ver en esta foto, bastante borrosa y con unos cuantos años, el acceso a la casa era por una pequeña puerta a la que se llegaba por unas escaleras de cemento para salvar el desnivel de la calle. Por ahí, entrabas directamente al primer piso, que era toda la vivienda de la casa. Y si, los que salimos en la puerta posando somos Martin y yo, en pleno mes de diciembre de 1994, recién comprada la casa.

Ya os he dicho muchas veces que desde el principio quisimos mantener todo lo posible la estructura original de la casa y sus elementos principales pero cambiar la entrada era algo que tuvimos claro en cuanto la vimos.

En el exterior, los únicos cambios que se hicieron fueron la sustitución de la puerta de entrada por un gran ventanal y ampliar las ventanas que están en la cocina y en el comedor de la planta baja. El resto de ventanas y huecos, conservan su tamaño y ubicación original.

Y por supuesto, todas las obras y trabajos de aquellos primeros años involucraban a toda la familia y amigos que quisieran unirse y terminaban con una buena comida.

Volviendo al protagonista de nuestra foto del mes de julio, el ventanal del pasillo de la primera planta, he de decir que ha adquirido una importancia crucial en el uso y disfrute de la casa. Está orientado al sur, lo que proporciona una gran luminosidad al interior en todas las estaciones del año y los sofás y butacas colocados junto a él son uno de los lugares favoritos de muchas de las personas que os alojáis en la casa.

Este gran ventanal contribuye en gran medida a que el pasillo de la primera planta sea la estancia más icónica de Mendiburu, o al menos una de las que despierta más admiración entre nuestros visitantes.

Aprovecho también estas líneas para recordar con muchísimo afecto a nuestro querido amigo Jesús Gonzalo Aristondo. Tuve la inmensa suerte de conocer a su mujer Sol mientras estudiaba la carrera en Bilbao y desde entonces es una de mis mejores amigas. Txus, en su condición de arquitecto, nos ayudó enormemente a diseñar y plantear cómo podíamos ir restaurando y acondicionando semejante caserón tan grande para hacerlo habitable.

Suya fue la idea de convertir esa puerta de entrada en un ventanal y aprovechar la orientación de esa fachada para iluminar toda la primera planta.

No me cansaré de repetir que Mendiburu es la contribución del trabajo y la generosidad de muchas personas y sin duda, Txus ha sido una de las más significativas, no sólo por todo lo que nos ayudó como arquitecto, sino por ser una persona excepcional y un amigo muy especial.

El ventanal de Txus está especialmente bonito en verano, lleno de geranios en flor que embellecen la fachada de la casa y dan la bienvenida a todas las personas que llegan al pueblo.

La máquina Singer

La fotografía que nos acompaña el mes de junio en el calendario es una máquina de coser Singer que para mí representa tres cosas fundamentales: el recuerdo de mis padres, el compromiso con la sostenibilidad a través de la reutilización de las cosas y el valor de lo artesano.

Las personas que me seguís y me conocéis ya sabéis que mi padre era pintor de profesión. De los de “brocha gorda”, que amaba su profesión y era capaz de pintar durante horas sin mancharse las manos. Así de fino y detallista era trabajando.

Muchas veces, le tocaba ir a trabajos en casas particulares y había muebles u objetos que los propietarios de las viviendas dejaban para tirar. Con el permiso de los clientes, muchas veces, algunas de esas cosas acababan en nuestra casa o en casas de amigos y familiares que les daban una segunda oportunidad.

Recién comprada Mendiburu, mi padre encontró esta máquina en una vivienda. Estaba con su armarito y todo y funcionaba perfectamente así que le pareció que nuestra casa se merecía su propia máquina de coser. Y dicho y hecho, la Singer vino a casa y con ella, mi madre, que siempre ha sido una artista con las manos, hizo las primeras cortinas, manteles y decenas de pequeñas cositas que nos hacían falta en la casa.

Yo lo justo se coser un botón pero me encantan las máquinas de coser. Son objetos que siempre relaciono con el hogar, con la dedicación, de las mujeres en especial, a la familia, a la economía y a la sociedad en general. Cada día tengo más claro que algún día aprenderé a coser con máquinas y exploraré alguna faceta de mi creatividad con ellas.

Pero especialmente me gustan las máquinas de coser antiguas. Son objetos bellos pero a la vez, tremendamente útiles que tendrían muchas historias y vivencias que contarnos de las personas que trabajaron con ellas. Son objetos VIVIDOS.

Y también, una máquina de coser es un medio fabuloso para desarrollar la imaginación y crear con las manos piezas artesanas únicas. A veces pueden ser cosas meramente funcionales y prácticas y otras veces son creaciones que hacen de nuestros hogares y espacios lugares más bellos donde vivir.

Cada día me gusta más incorporar objetos y muebles de segunda mano a nuestra casa y por supuesto, nuestras máquinas de coser responden a esta filosofía. Siempre digo que la sostenibilidad tiene muchísimas facetas y dar una segunda vida a objetos y muebles usados es una de ellas. Me gusta pensar que son cosas amadas previamente que vuelven disfrutarse de nuevo.

Nuestra Singer, hoy luce renovada gracias a la pequeña restauración que hice de su mueble y sirve de mesilla de noche en la habitación 5. La energía y el cariño que atesora de todos los que la hemos tenido guardan los sueños de los huéspedes de Mendiburu.