El cabecero del cuarto verde

“Sola no, con amigas sí”. Esta frase podría ser el lema de Mendiburu. La historia de nuestra casa se cimenta en el esfuerzo colectivo y desinteresado de muchos amigos y amigas, familiares y profesionales de confianza que a lo largo de los años nos han apoyado y aconsejado. Y muchos de ellos han trabajado duro, codo a codo con nosotros, haciendo realidad este proyecto tan grande.

Tengo la inmensa suerte de contar con buenísimos amigos y amigas y eso es un gran tesoro que hay que cuidar y proteger. Muchas veces la vida te va poniendo personas nuevas que empiezan a formar parte importante de nuestro universo personal y afectivo y otras veces hay personas que lo abandonan por diferentes circunstancias.

Recuerdo perfectamente que al día siguiente de firmar las escrituras de la casa y de tener nuestra llave, quedé con mis amigas en el Hotel El Toro, a unos 8km de nuestra casa, para tomar un café. Desde allí nos fuimos en un par de coches hasta Osinaga y con muchísima ilusión estuvimos viendo aquella casa destartalada y enorme con la ilusión de nuestros 23 años. Todas éramos estudiantes universitarias y tener una casa era un sueño casi mítico.

Haciendo honor a las más básicas leyes de cualquier cuadrilla que se precie, lo primero que hicimos fue analizar el espacio para preparar un buen fiestón. Y desde aquella primera comida en el pasillo del primer piso, ha habido unas cuantas más.

En el norte tenemos esta figura social imprescindible de cohesión social y personal denominada CUADRILLA. Se podrían escribir tratados sociológicos extensos (y seguro que ya hay muchos) sobre este grupo humano tan fundamental para nuestra vida. En mi caso, mi cuadrilla se formó en el Colegio de las Teresianas, Grupo B (apellidos de la M a la Z) con tres años (nacidas en el 72), sólo chicas. En la adolescencia se nos unieron dos “Dominicas” y ahí seguimos juntas las once, a pesar de las distancias y las circunstancias de la vida.
Como os podéis imaginar, juntas lo hemos vivido todo, lo bueno, lo malo y lo mejor.

Sería muy injusto no hacerles un homenaje en este blog de Mendiburu a mi cuadrilla y por eso, con la foto del cabecero de hierro que me regalaron por mi boda, sirvan estas palabras para decirles una vez más, gracias por estar siempre ahí y por ser una parte imprescindible de mi vida.

Sola no, con amigas sí.

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