Cuando compramos Mendiburu, a finales de 1994, era una casa que había tenido muy pocas reformas y llevaba más de 10 años prácticamente cerrada.
La casa no tenía calefacción, por supuesto, y como única fuente de calor, había una vieja cocina económica en la cocina (hoy cuarto de juegos infantiles) que estaba en muy mal estado y no nos daba mucha confianza utilizar. Con el fuego, nunca se es demasiado prudente así que optamos por quitarla y sustituirla por otra cosa.
Ya teníamos un proyecto general que nuestro querido amigo Txus Gonzalo nos había diseñado y sabíamos que mantener la cocina donde estaba era algo provisional. Trasladar la cocina a la planta baja llevaría bastante tiempo así que nos decidimos por comprar una preciosa estufa Lacunza de hierro que en algún momento utilizaríamos en otra estancia de la casa.
La estufa de leña Lacunza que veis en la foto, estuvo en la vieja cocina durante más de 5 años. Además de dar calor nos servía también para mantener calientes los pucheros y era muy agradable ver el fuego a través del cristal.
En las fotos antiguas, podéis ver la antigua cocina, tal y como nos la encontramos, con la cocina económica de color blanco que no llegamos a utilizar y cuando colocamos la estufa.
Hasta el año 1999, que yo ya estaba embarazada de mi hijo mayor, no pusimos calefacción en la casa. Cuando llegábamos a casa encendíamos la estufa de leña Lacunza para calentar la cocina mientras cenábamos o durante el día los fines de semana. En nuestra habitación, teníamos una manta eléctrica y el resto de la casa, frío, frío…
Hoy recuerdo aquellos años con mucho cariño, porque cuando eres joven y tienes tanta ilusión y ganas como nosotros, todo es estupendo. Un amigo muy querido nos decía una frase que se me ha quedado grabada para siempre: “Cuando te compras una casa totalmente terminada tienes una gran alegría, pero cuando haces una casa poco a poco, tienes mil alegrías. Cada detalle, cada pequeño progreso es una gran alegría”.
Mendiburu ha supuesto, y sigue todavía, siendo un proyecto costoso y largo pero es verdad, que nos ha proporcionado mil alegrías.
Esta estufa de leña Lacunza, siendo algo muy sencillo, fue una de esas primeras alegrías. Y ahí sigue, ahora en el Desván de Mendiburu, para que todo el que viene a alguna actividad o evento, pueda disfrutar del encanto que proporciona ver el fuego crepitar en su interior.